Me torno presencia cuando te recuerdo; te tornas intruso cuando te olvido, de modo que no hay forma honesta de escaparte ni tampoco memoria que pueda rescatarme de tu ausencia.
Vuelo a tus brazos, querido, con la furia del deseo contenido por esta separación que, si acalla el clamor de mis labios por no tener los tuyos cerca no silencia, en cambio, mis pensamientos ni adormece mi pluma que habla de un deseo inconfundible e imperioso, que dibuja los trazos de un camino que me conduce hacia tus brazos desgarrándome el alma; pluma que tiembla frente a la palabra que doblegas como a mi cuerpo cuando lo ciñes al tuyo; pluma que teje sonidos y garabatos para librar a los ojos del inconmensurable esfuerzo de contener un alma que a través de ellos brega por escapar detrás de tus pasos.
Gabriela Álvarez
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